Metodología, nivel, competencias, objetivos...
El Marco Común Europeo de Referencia para las Lenguas (MCER) es un dosier en el que se reúnen estrategias, recomendaciones, resultados de investigaciones, deliberaciones y fines para encauzar la enseñanza de lenguas en un único sentido: una didáctica moderna, actualizada, bien pensada. La idea del MCER es, cuanto menos, interesante.
El enfoque el MCER me parece acertado, pues presenta un concepto real de lo que significa saber hablar un idioma, o, más bien, saber comunicarse. Actuar, mediar, gesticular, usar circunloquios y aclaraciones, saberse corregir, etc. son elementos de la comunicación que muy rara vez se incluyen en una clase de idiomas, pero que los seres humanos utilizamos incluso cuando hablamos nuestra lengua materna. Que el MCER tenga en cuenta toda esta miríada de elementos comunicativos es una señal positiva y alentadora, cuando menos, para los que nos dedicamos a la enseñanza.
Otro acierto reside en las descripciones de las competencias de cada nivel, pues ayudan al profesor a presentar las actividades adecuadas a cada alumno, el famoso input+1 de la teoría de Krashen (1989). Si tenemos una referencia de qué debe saber hacer cada alumno según su nivel, podremos adaptar las actividades a sus necesidades, variando el grado de dificultad según convenga. Sí, es cierto que los niveles son casilleros sin límites definidos, así como lo son los descriptores, pero lo que intentan no es tanto acotar como ofrecer una base, un punto de partida para el docente desde el cual poder comenzar a trabajar. Se trata de una gran ayuda, ¿no es así?
Además, el documento unifica una visión. Aunque permite a cada profesor elegir el método y el ritmo de enseñanza, el MCER señala un objetivo común. A mí me reconforta pensar que, en Europa, profesores de idiomas en colegios y universidades, se sientan a planificar sus lecciones con el mismo concepto de aprender una lengua que el mío. Esto hace posible la colaboración a gran escala que se materializa en blogs como ProfedeELE o LaclasedeELE, en los cuales es palpable la influencia del MCER y que, por ser europeos, ofrecen recursos mucho más en sintonía con la realidad de nuestras aulas que los que encontramos, por ejemplo, en LaTESOL, de Estados Unidos, cuya valía es incuestionable, pero que se rige por un marco diferente, el de National Readiness Standards for the Teaching of Languages y, por lo tanto, más cercano a la realidad de la cultura estadounidense.
Pero, para mí, el mayor acierto del MCER es que incluye el tratamiento de la personalidad en el aula de lenguas. La personalidad define cómo aprendemos. Todo: mates y ciencias y música y arte. Pero, sobre todo, SOBRE TODO, una lengua. Ahora mismo existe un interés enorme por estudiar cómo afecta la personalidad del alumno a su modo de aprender, entender, interiorizar, comunicarse, usar estrategias y motivarse a la hora de estudiar una segunda lengua. Como botón de muestra tenemos los trabajos de Sarah Mercer, Zoltán Dörnyei, Sarah Benesch o Michalinos Zembylas. A su vez, los trabajos de Paula Golombeck y Karen Johnson exploran las emociones y motivaciones de los docentes de idiomas, así como la relación discente-docente, relacionando sus investigaciones con los aciertos y fracasos del aprendizaje de lenguas.
Podríamos incluso decir que la psicología aplicada a la enseñanza de lenguas es el tema estrella en investigación de su campo y el entendimiento que esta perspectiva multidisciplinar arroja sobre el mundo de la docencia ya está dando excelentes resultados. El propio método comunicativo es fruto de la aceptación del alumno como individuo, algo que el MCER recoge en sus consideraciones.
Sin embargo, es necesario mencionar también que, en su afán generalista, el MCER carece de fuerza propia.
Por ponerlo de otra manera, al MCER le falta algo de garra. Es como muy tibio todo, ¿no? Por ejemplo, si ya sabemos que hay metodologías que no funcionan, ¿qué nos impide decir las cosas claras? En realidad no se estaría impidiendo su uso en modo alguno, sino que quedase claro que el profesor que las use no se estaría rigiendo por los criterios consesuados del Consejo Europeo.
En lo tocante al tema de la personalidad y la psicología aplicada, sucede lo mismo. La mera mención de estos temas es un avance, pero no una solución, pues no proponen ni cómo, ni cuándo, ni cuánto. Se nos pide que tengamos en cuenta la diversidad, pero no se nos da herramientas para hacerlo realidad.
En resumidas cuentas, el MCER me parece un documento valioso, en cuanto a que define criterios de evaluación de nivel, unifica objetivos y delimita conceptos básicos. Es un referente de apoyo sobre el que comenzar a trabajar. Sin embargo, es deliveradamente generalista y presenta ideas tan abstractas que la libre interpretación de las mismas puede generar el efecto contrario al que busca el dosier. Yo echo en falta argumentos más categóricos, o una apuesta firme, acompañada de ejemplos y materiales, que, sin dejar de ser una recomendación, me diese ideas para elaborar mis propias clases y, sobre todo, para descartar vías poco efectivas.
Mientras tanto, seguimos avanzando...
Referencias:
Blogs con información sobre el MCER:
Revista de la Universidad de Salamanca
Bibliografía:
Consejo de Europa (2001, ed. española, 2002). Marco común europeo de referencia para las lenguas: aprendizaje, enseñanza, evaluación. Madrid: MEC y Anaya.
Krashen, S. (1989). "Language teaching technology: A low-tech view". Georgetown University round table on languages and linguistics, 1989 ( pp. 393 – 407). Washington: Georgetown University Press.
Hola, Paz.
ResponderEliminar¡Enhorabuena por tu entrada! Me parece súper interesante el enfoque que le das. Tengo que admitir que nunca pensara en el enfoque psicológico en las clases de idioma y tienes razón de que al final es algo importante a tener en cuenta. Gracias a tu post ahora puedo leer más sobre la psicología aplicada a la enseñanza de lenguas. En cuanto al MCER, estoy de acuerdo en que es de gran ayuda en las aulas, ya que gracias a él, el profesor puede tener una referencia sobre el nivel de idioma de sus alumnos y de este modo adaptar las actividades de su clase. Pero sí que es verdad que le faltaría ser un poquito más concreto en ciertos aspectos mostrándonos algunos ejemplos y materiales que nos puedan ayudar a la hora de organizar una clase de lengua. Un saludo.
Ola, Paz! Coincido coa miña compañeira, pareceume moi interesante a mención que fas ó enfoque psicolóxico na ensinanza de linguas. Considero que hai certas profesións, como son a docencia ou as profesións sanitarias, que se beneficiarían especialmente de afondar nos coñecementos sobre psicoloxía para ser quen de traballar na nosa empatía e intelixencia emocional cara as persoas coas que tratamos. A aprendizaxe de linguas pode verse dificultada por características como unha timidez extrema no alumno, falta de motivación, etc. que sen dúbida sería interesante saber como enfocar como docentes. Botareille unha ollada ás lecturas que recomendas. Un saúdo!
ResponderEliminarGrazas polos vosos comentarios. Agardo que lle saquedes partido ás lecturas :)
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