Eres una nota... ¡y se nota!
El tema sobre evaluación de la asignatura de Didáctica de la enseñanza de lenguas me dejó un sabor amargo. Nuestra profesora mencionó que muchos docentes se quejan de que esta es la parte que menos les gusta del trabajo, la que menos les apetece, el garbanzo negro de la enseñanza... Me temo que yo misma formaba parte de este nutrido grupo de docentes anti-evaluación, pero quizás ya no.
La evaluación no debería ser más que un reflejo del trabajo hecho por el estudiante, valorado por un experto, el docente. De todos modos, existen otros tipos de evaluación, en las que el propio estudiante valora su esfuerzo (autoevaluación) o incluso una valoración entre iguales (coevaluación). A pesar de que en clase hemos visto argumentos a favor de estos dos tipos alternativos de evaluación, continúo teniendo reservas para con ambos, pues en mi experiencia, el grado de reflexión necesario para entender adecuadamente el valor de lo que se ha hecho y cómo se ha hecho se reserva a unos pocos. La mayoría pecamos de indulgentes o severos, con lo que los resultados pueden ser incluso menos fiables que las notas numéricas que pondría cualquier docente esforzado. De todos modos, estos tipos de evaluación sí arrojan una idea interesante: la evaluación es cosa de dos. Siempre funcionará mejor que exista un consenso docente-discente, pues que ambos estén involucrados ayuda a lograr la objetividad.
Echadle un vistazo a esta página web, creo que resume de manera muy completa los tipos de evaluación existentes: Web del maestro
Rúbricas = objetividad
Otro tema interesante que tocamos en clase fue la rúbrica. Tras haber estado trabajando en cómo se elaboran las rúbricas auténticas, me parece que hemos dado con el método más objetivo, completo y claro de evaluar que un profesor pueda encontrar. Aunque es cierto que no es posible (ni deseable) utilizar rúbricas para todo tipo de actividades, las rúbricas sí son ideales para evaluar tareas y exámenes, quizás la evaluación de mayor peso, o, si acaso, la que más importa al estudiante.
Rodríguez-Gallego (2014) indica que las rúbricas, además de evaluar, pueden ser excelentes instrumentos de orientación de competencias. Esta investigación muestra cómo la elaboración de rúbricas de evaluación a dos manos, docente-discentes, permitieron obtener resultados excelentes a la hora de poner notas y detectar problemas de trabajo en el aula:
La gran ventaja de las rúbricas de evaluación es que han permitido realizar un seguimiento y evaluación de las competencias adquiridas por los estudiantes de una manera más sistematizada mediante la utilización de indicadores que han medido el progreso de los estudiantes, por lo tanto, la evaluación ha sido más objetiva y consistente. En este estudio nos hemos sentido especialmente satisfechos por disponer de una metodología más precisa de evaluación que ha tenido en cuenta el proceso y que ha formado a los estudiantes.(Rodríguez-Gallego, 2014, p. 130).
Sin embargo, elaborar una rúbrica no es tan sencillo como pudiera parecer a primera vista y muchas veces consideramos rúbricas lo que en realidad son escalas. Una rúbrica debe establecer criterios objetivos y observables y describirlos con detalle, evitando incluir elementos como el número de veces que el alumno hace algo o el número de veces que hay errores, etc. No se trata de contabilizar, sino de reflejar una observación holística del trabajo que ha hecho el alumno con la intención de que éste pueda entender en qué punto está del aprendizaje con solo leer el descriptor de la rúbrica en el que se encuentra.
Ejemplo de rúbrica elaborada a dos manos, docente-discentes:
Rodríguez-Gallego, 2014, p. 121 |
Evaluación formativa 101
Sin embargo, el tema estrella de este tema, para mí ha sido la evaluación formativa. Este tipo de evaluación, diferente de la evaluación incial y la evaluación final, centra su atención en la instrucción y lo que pretende es guiar al alumno en su desarrollo de la materia durante el curso. Así lo expresa uno de los principales teóricos (y defensores) de su uso, Dylan Wiliam: "formative assessment is concerned with the creation of, and capitalization upon,‘moments of contingency’ in instruction for the purpose of the regulation of learning processes." (Black & Wiliam, 2009, p. 10).
La evaluación formativa es la evaluación ideal, aquella que reúne las características de las que hablaba en la introducción a esta entrada: valora el esfuerzo, el trabajo, las competencias y el desarrollo realizado por el alumno, sin necesidad de convertirlo en una nota numérica o de prestar atención solo al producto final. Pero a un docente de lengua extranjera pocas veces se le presenta la oportunidad de llevar a la práctica este tipo de evaluación. La razón reside en la imposición de los exámenes finales que suelen estar diseñados mediante criterios obsoletos, demasiado centrados en la gramática y morfosintaxis, y ello a pesar de que ya casi todos los centros de enseñanza defienden la metodología comunicativa.
Este problema, como explica una vez más Wiliam (2003) impide una evaluación completa y objetiva de todo el proceso que ha experimentado cada alumno hasta llegar a la conclusión final: el examen. Un solo examen, argumenta Wiliam, no requiere del alumno de un entendimiento de la materia: "such tests do not (...) require deep learning" (Wiliam, 2003, p. 121). Es decir, los conocimientos que necesita cada estudiante para aprobar un examen son superficiales. Muchas veces se trata de datos (sí, incluso en gramática podemos hablar de datos, pues las estructuras gramaticales y el léxico también se pueden memorizar de manera automática y repetitiva) que se olvidan una vez superada la prueba. Wiliam (2003) lamenta que este tipo de examen continúe siendo un requisito sine qua non para pasar de curso. Y yo no puedo estar más de acuerdo.
Conclusión
Todavía no tenemos interiorizado el valor de la evaluación. La evaluación continúa siendo motivo de enfrentamiento entre profesores y alumnos y padres airados. Como comentamos en clase, la evaluación no debería tocar el ego de nadie y, a su vez, debería ser profundamente individual. La evaluación formativa o las rúbricas podrían ayudarnos a alcanzar una objetividad provechosa, que permita a los alumnos aprender, ¡simplemente aprender!, pues quien aprende no olvida. Pero todavía existen demasiadas trabas para hacer de este escenario una realidad. Asimismo, es normal que el esfuerzo que requieren estas evaluaciones se perciba como una carga más, un añadido a toda la burocracia inútil a la que ya se enfrenta el docente medio. Ojalá sea posible un cambio profundo de actitud y mecanismo, un cambio institucional, que permita a las escuelas e institutos funcionar para lo que fueron creados.
Referencias
Black, P. & D. Wiliam. (2009). "Developing the theory of formative assessment". Educ Asse Eval Acc, 21, pp- 5-31.
Rodríguez-Gallego, M.R. (2014). "Evidenciar competencias con rúbricas de evaluación". Escuela abierta, 17, pp. 117-134.
Wiliam, D. (2003). "National curriculum assessment: How to make it better". Research Papers in Education 18(2), pp. 129-136.
Ola Paz! Grazas por esta entrada tan interesante! Encantoume de pes a cabeza comezando polo primeiro intertítulo "eres una nota y se nota", atopeino moi acertado para o tema tratado. Estou moi de acordo coas túas reflexións ao redor da avaliación en si, eu persoalmente tampouco son moi fan e penso que é xusto porque o concibimos coma algo que vai máis aló da ensinanza, unha burocracia máis coma ti ben dis, en troques de aceptalo coma algo intríseco á docencia.
ResponderEliminarNo que respecta á coavaliación, eu tamén sigo tendo as miñas reservas no que respecta á obxectividade e ao grado de coñecemento dos alumnos. Ademais de querer favorecer a amigos, penso que ás veces lles custaría ter esa visión global que lle permite ao profesor discernir entre un erro importante e outro pasable. Sen embargo, paréceme un exercicio moi interesante e penso que si me gustaría probar que tal sae. Está claro que cunha boa implantación poderiamos acadar un maior grado de madurez no estudantado.
Tamén me gustou moito que fixeras fincapé na diferenza entre as rúbricas e as escalas, xa que moitos de nós nas actividades que deseñamos tivemos problemas de confusión entre unhas e outras. Parécenme unha ferramenta moi completa e bastante imparcial e penso que os beneficios de crealas co alumnado e compartilas con eles son ilimitados.
Unha aperta!
Grazas a ti, Uxía! Moito temos que cambiar, pero aquí estamos: deixemos de ser notas! Haha. Un saúdo.
Eliminar¡Hola, Paz!
ResponderEliminarUna vez más, gracias por una entrada tan interesante, en la que se reflejan no sólo los contenidos tratados, sino tu propia reflexión y experiencia como docente. La verdad es que a mi sí que me gusta la evaluación y sí que me gusta evaluar a los alumnos. Está claro que aunque pueda resultar difícil o pueda llegar a ser incluso una fuente de conflicto, el hecho de darles una evaluación es gratificante para el alumnado, ya que ven que su esfuerzo y trabajo ha servido para algo. Está claro que el sistema de un único examen final se ha quedado completamente obsoleto y que la evaluación formativa juega un papel muy importante en el proceso de aprendizaje, por lo que nosotras como docentes debemos encontrar la manera de hacer que la evaluación formativa sea efectiva y que finalmente pueda trasladarse también a una «nota» en la evaluación sumativa.
De nuevo, gracias por tu reflexión, ¡siempre es muy interesante leer tus entradas!
¡Un abrazo!
Caray,Ana, me alegro de que nos lleves la delatera y seas ya de los docentes a quienes les gusta evaluar. En serio, me he propuesto cambiar el chip a ese respecto, pues la evaluación es una de las claves del aprendizaje y así debe ser considerada. Gracias por el comentario.
EliminarOla, Paz!
ResponderEliminarÉ unha gozada ler as túas entradas! Fías moi moi ben todos os conceptos e ofreces unhas reflexións únicas e moi persoais. Chapeau!
Falas no primeiro parágrafo da avaliación como o garavanzo negro da ensinanza para un nutrido grupo de docentes anti-avaliación. Igual que Ana Jiménez, eu tampouco me inclúo nese grupo de persoas ás que a avaliación, de algunha maneira, lles incomoda. Se cadra é porque aínda non me tocou vivilo e unha vez comece a miña práctica docente cambio de opinión. Mais a verdade é que na actualidade é un tema que me interesa, que me suscita curiosidade. Considero que a través da avaliación o docente pode coñecer máis a fondo as fraquezas e fortalezas dos estudantes e que toda a información apañada na avaliación é ouro. En calquera caso, non che nego que avaliar non semella unha tarefa doada e que mesmo ás veces pode supor unha fenda entre o profesor e o alumno, como comentas. Neste sentido, coma ti, valoro moito o emprego de rúbricas como ferramentas de avaliación obxectivas, especialmente cando estas están deseñadas a dúas mans. Teño que recoñecer que para min foron todo un descubrimento!
Con respecto á avaliación formativa, concordo contigo en que sen dúbida é a máis interesante dende o punto de vista da docencia-aprendizaxe e súmome á túa reivindicación da implantación sistemática deste tipo de avaliación no sistema educativo actual. Menos burocracia, máis aprendizaxe!
De novo, noraboa polo teu traballo neste blog!
Unha aperta forte,
Andrea
Grazas, Andrea! Nisto hai que traballar xuntos, docentes e sistema, verdade? Eu estou disposta! Unha aperta!
Eliminar¡Hola, Paz!
ResponderEliminarEnamorada y fan de tu soltura escribiendo. Es muy sencillo y verdaderamente gratificante leerte.
Yo me sumo al carro de aquellos/as docentes que no nos resulta incómodo calificar. No obstante, me sumo simplemente por el hecho de que las notas que he dado no marcaban su futuro inmediato, solamente eran orientativas (como profe de academia) para que fuesen conscientes de cómo de preparados iban para los exámenes reales (los del colegio). Sin embargo, nunca dejé una nota sin matizar o explicar. Siempre me gustó hacer el comentario pertinente sobre qué deberían mejorar y qué iban haciendo bien; ya que yo, como alumna, también agradezco que me indiquen y orienten con más feedback que una nota. No obstante, peco (por inconformista) de hacer mucho hincapié en lo que han hecho mal y en un menor grado en lo que han hecho bien... Es el espíritu inconformista que siempre florece en mí. Soy bastante autoexigente por lo que también tiendo a serlo con los demás. Sin embargo, esto (dependiendo de a/con quién) puede ser contraproducente. ¿Qué opinas al respecto? ¿ A ti te ocurre algo similar? Am I the only one? =D
¡Un abrazo, Paz!
Uy, pues yo, Rocío, soy blanda como la mantequilla, sou muuuy laxa en todo y eso es algo que tengo que mejorar. Cada una con su cruz! jaja, gracias por tu comentario!
EliminarOla Paz. Noraboa pola entrada! Coma sempre, está realmente ben escrita e lerte é unha gozada.
ResponderEliminarEu son un pouco coma ti no que se refire á avaliación, non diría que a odio ou que non me gusta, pero si que me ten xerado bastante frustración, xa que moitas veces notaba que o alumnado ignoraba os meus comentarios e cometía os mesmos erros semana tras semana. Despois destas sesións decateime de que o problema consistía en que estaba facendo as cousas mal (oops!): esforzándome moito en crear un feedback moi detallado, por exemplo, corrixindo ou comentando todo en profundidade sen deixar nada para que o alumnado traballe e averigüe os seus erros por si só e, probablemente, non explicando as cousas axeitadamante dunha forma que puidesen interiorizar claramente estes erros. Penso que despois destas sesións, estou lista para darlle unha segunda oportunidade á avaliación, e espero poder facelo ben desta vez.
Con respecto ó que dis da coavaliación, concordo moito tanto ca túa reflexión coma a doutras compañeiras ó pensar que se ben pode ser efectiva en certos aspectos (ex: fomentar a madurez, autonomía e o espírito crítico no alumnado), tamén considero que existen outros factores que limiten a efectividade da mesma: a falta dun dominio global da materia ou tema por parte do alumnado ou a necesidade de ser amable cos compañeiros e non avalialos negativamente.
Sen dúbida hai moitos cambios que ir implementando, pero penso que pouco a pouco imos atopando o bo camiño e con sorte a avaliación será máis xusta para o alumnado, máis levadeira para o profesorado e máis efectiva en xeral.
Unha aperta Paz!
Ola, Paz! Noraboa pola túa entrada.
ResponderEliminarNesta unidade 11 resultoume moi interesante a introdución a novos métodos de avaliación que nos presentou a docente, e tamén me gusta moito a idea que introduces sobre o feito de que a avaliación sexa cousa de dous. É certo que os alumnos non sempre terán a capacidade para autoavaliarse ou avaliar aos seus compañeiros de forma obxectiva, pero esta dinámica resulta interesante para que obteñan ideas e reflexionen sobre o seu propio traballo mediante a análise do traballo dos compañeiros. Por outro lado, tamén estou moi dacordo contigo coa dificultade que teñen os docentes para aplicar a avaliación formativa, que na miña opinión é a máis produtiva de todas. En moitas ocasións, como ben dis, é a propia obsolescencia e limitación do sistema educativo e do seu sistema de avaliación os que poñen trabas ás novas ideas e aportacións dos profesores.
Un saúdo!
O profe de portugués - https://oprofedeportugues.fala.gal/
ResponderEliminarBoas, Paz! Moitos parabéns pola entrada. A parte de explicar fondamente os contidos da materia falo cun estilo persoal e dinámico que fai que sexa moi agradable de ler.
Comparto contigo que deberíamos superar as avaliacións de proba final que (aínda) dominan o ensino actual. Parece que o sistema non dá evoluído o suficiente como para entender dunha vez que non se pode basear todo nunha proba memorística, e que a avaliación non ten que ser un número senón unha análise completa do proceso de ensino-aprendizaxe.
Oxalá consigamos cambialo todo desde dentro!
Un saúdo,
Marcos